viernes, 30 de marzo de 2007

Defensa: Porque se fue Blanlot y que se espera de Goñi

El Mostrador
29.03.2007

Aunque la ex ministra señaló en su partida que se iba con una “sensación muy profunda de misión cumplida”, los expertos en el área piensan que las cosas siguen igual o peor que antes. Entre las críticas que hacen está la poca celeridad en la modificación a la ley reservada del cobre, los cambios a la carrera militar y la modernización del organismo.

Aunque la ex ministra de Defensa señaló en su partida que se iba con una “sensación muy profunda de misión cumplida”, los expertos en el área piensan que las cosas siguen igual o peor que antes, y que sobre el nuevo ministro José Goñi ha recaído el desafío de destrabar y sacar adelante los temas pendientes.

Frente a las justificaciones que explican la salida de Vivianne Blanlot del Ministerio de Defensa a los problemas del Transantiago, los expertos en el tema afirman que la verdadera causa habría sido una mala gestión por parte de una secretaria que nunca entendió los temas de su cartera. Su éxodo comenzó a ser rumoreado en noviembre pasado y las suposiciones continuaron hasta que se concretó el lunes.

Los analistas apuntan que bajo su conducción se perdió el impulso que habían recibido, entre 2003 y 2005, los proyectos de modernización del Ministerio de Defensa, reforma de la ley reservada del cobre y modificación de la arrera Militar. Peor aún, señalan que Blanlot cerró aún más los escasos espacios que restaban para el debate de los temas del sector.

Blanlot hizo gala desde un principio de una cierta ausencia o distancia de los temas y usos de su cartera, argumentan. Ello quedo reflejado en marzo del año pasado, cuando no asistió al tradicional paseo anual en el transporte Aquiles. La decisión de la funcionaria, que no tenía otras actividades de similar importancia en su agenda, fue una bofetada para la Armada, que organiza estos viajes para acercar a civiles y militares a los temas de la Defensa, asignando un rol central al ministro del ramo.

Las relaciones con la institución se tensionaron nuevamente cuando Blanlot se rehusó a asistir en noviembre pasado a la transferencia de la primera de tres fragatas adquiridas en Inglaterra.

En general, coinciden varios observadores, la comunicaciones y el entendimiento con las tres ramas y sus respectivos subsecretarios no fueron buenos,y las instituciones castrenses optaron por establecer canales directos de comunicación con La Moneda.

Otra cosa que puso en evidencia la facilidad con que Blanlot se salía del eje de los temas de interés de su cartera fue la preocupación que demostró por la reconstrucción del ala este del Edificio Diego Portales luego de que fuera afectado por un incendio. También mostró peculiar interés en remodelar las instalaciones de su gabinete, cambiando de lugar las oficinas, incluyendo la instalación de un baño en mármol, según comentaron en el ministerio.

Blanlot también ganó fama con sus salidas fuera de libreto, como cuando, en mayo último sugirió que los excedentes de la ley reservada del cobre deberían emplearse en financiar, mediante créditos blandos, programas de desarrollo en países como Haití. Luego vinieron sus declaraciones en Bolivia de enero pasado, que complicaron al Gobierno y atrajeron fuertes críticas de la oposición, cuando dijo que “el rechazo de la población” en Chile a la cesión de soberanía era el principal escollo para resolver las demandas de salida marítima del vecino país.

Los cambios de asesores

Blanlot fue bien secundada en Defensa por su jefa de gabinete, Analía Rojas. Conocido es el episodio que un desencuentro con ella culminó con la salida del coronel de Ejército que se desempeñaba como jefe del gabinete militar de la ministra. A otros servidores de la instancia, como el abogado y asesor técnico Felipe Illanes, encargado del proyecto de modernización del ministerio, se les negó sin justificación permiso para asistir a curso en el exterior. Blanlot también puso objeciones a Pamela Villalobos, especialista en asuntos de género del ministerio, quien sin embargo logró partir a un curso en Inglaterra.

Menos conocida fue la forma cómo otros asesores del gabinete fueron despedidos y reemplazados. Claudio Ortiz, asesor especialista en relaciones cívico-militares, fue despedido para contratar a un hijo de Álvaro García [PPD]. El periodista Javier Galaz, muy cercano a la Presidenta Michelle Bachelet, también fue sacado luego de negarse a cumplir tareas ordenadas por Analía Rojas que le parecieron inapropiadas.

A los economistas Nicolás Petersen e Ingrid Von Osten, encargados de diseñar el sistema de evaluación de proyectos que es la base del proyecto de reforma de la ley reservada del cobre, tampoco les fue mejor. Como resultado, dicha tarea se encuentra seriamente retrasada.

El también economista Eugenio Cruz, quien asesoró en el área de finanzas a todos los ministros que pasaron por Defensa desde 1990 y era conocido por su habilidad para resolver asuntos de presupuesto con Hacienda, corrió la misma suerte. Su ausencia sería la causa, según algunos analistas, de la posición de debilidad de Defensa frente a Hacienda, que según la propia Blanlot le habría dificultado el cumplimiento de sus tareas.

Opinión de los especialistas

Los juicios de los especialistas contrastan con la evaluación que la propia ministra saliente hizo de su gestión, cuando dijo el martes pasado que se iba con una “sensación muy profunda de misión cumplida. Me voy dejando un ministerio organizado, con capacidades de seguir trabajando en la agenda de Michelle Bachelet en Defensa”.

Según Blanlot, varios de los proyectos pendientes están terminados y listos para ser enviados a tramitación, atribuyendo la culpa de que no hayan llegado al Parlamento al ministro Andrés Velasco. “La mayoría de los proyectos están pendientes de la aprobación de Hacienda. Si se han demorado en llegar al Congreso, quiero decirlo francamente, es porque ese proceso se ha demorado”, explicó.

La ex colaboradora presidencial había anunciado días antes que el proyecto que modificaba la ley reservada del cobre estaba listo para ser entregado en los próximos días a Michelle Bachelet y que deberían seguir los proyectos que introducen cambios a la justicia militar, de modernización del ministerio y de reforma de la carrera militar.

A juicio del analista independiente Juan Pablo Rosso, “la salida de Blanlot no debería ser el foco de la atención, porque es sólo una anécdota dentro de una situación más compleja y preocupante. Ha habido una tendencia a designar ministros que son especialistas en cualquier cosa menos Defensa, que se limitan a administrar un sector que en realidad necesita liderazgo político y transformaciones profundas”.

En su opinión, “la gestión de la ex ministra Blanlot debe evaluarse en ese contexto y, por lo tanto, al margen de ciertas situaciones que perjudicaron su imagen dentro y fuera del ministerio, lo cierto es que ella no contribuyó en forma relevante a la modernización del sector”.

A modo de ejemplo, señaló que “si a la clase política no le importara que el país creciera a 2% y se nombrase en Hacienda a un connotado geólogo o médico, lo preocupante no sería lo que éste dijo o hizo en algún momento sino su poco conocimiento sobre economía y la falta de interés de la clase política por nuestro desarrollo económico. Algo muy parecido está ocurriendo en Defensa hace ya décadas”.

Mala gestión

El especialista en defensa y seguridad del PPD José Higuera no fue menos duro y crítico con su correligionaria, al sostener que “la salida de un ministro es siempre resultado de una mala gestión, una labor que no está en línea con el gobierno central o bien una combinación de ambos factores”.

Agregó que “la gestión de Blanlot estuvo marcada desde el principio por una actitud de desinterés, de notoria ausencia en relación a los temas de la cartera y de las instituciones castrenses. Muchos ministros anteriores llegaron sin saber nada, pero se aplicaron y aprendieron. Nada indica que ella haya hecho el mismo esfuerzo. El que diga que no sabe porque se le pidió la renuncia es una prueba de ello. Mucha gente que se mueve en círculos cercanos a Defensa llegó a saber, en los últimos meses, que sus comunicaciones con las ramas, al igual que con los subsecretarios respectivos, eran muy complicadas y que generaba problemas innecesarios”.

En opinión del experto, “el problema de fondo es que la gestión de Blanlot, con sus diferencias, fue de continuidad en una línea marcada por una evidente falta de liderazgo, voluntad y autoridad política para impulsar e implementar los cambios que la Defensa requiere. Como antes, hubo escaso espacio para que el debilitado componente civil de la comunidad de la Defensa discutiese los temas del momento y siguió pendiente el necesario e importante debate abierto respecto de la Defensa que Chile requiere”.

Por su parte, el experto Armen Kouyoumdjian dijo que “hay varias explicaciones para la salida de Blanlot que pueden ser complementarias, incluyendo la supuesta solicitud de la DC de que salga un ministro ‘de cada partido’ como el protagonismo ‘extraprogramático’ que tuvo a raiz de los problemas del hijo”.

“Creo que fue un asunto de desempeño. Yo entendí su nombramiento, con su pasado de especialista de políticas públicas sin ninguna experiencia personal en defensa, con la meta de avanzar en las varias legislaciones pendientes [estructura del ministerio, carrera militar, ley del cobre, prevision militar y justicia militar]. A un año de tomar posesión no se ha avanzado nada. De hecho, hubo un retroceso cuando la oposición pidió en comisión que se cambiara el proyecto de la ley del ministerio como condicion de aprobar su trámite. Lo único que consigieron pasar por el Congreso fue el acuerdo militar con Turquia”, precisó.

“Si a eso -complementó Kouyoundjian- sumamos que al parecer no supo construir un equipo homogéneo y que hizo muchos cambios cortoplacistas dentro del equipo de asesores veteranos que constituyen la memoria histórica del ministerio, a pesar de que sus asesorias no son siempre acertadas, era obvio que su posición en un cambio de ministros era vulnerable”.

Eduardo Santos fue más caregórico y le puso al trabajo de Blanlot una muy discreta nota de 4,1: “Algunas cosas se han avanzado como la confianza con los países vecinos, misiones de paz con países vecinos , pero las grandes cosas no se han hecho”.

Los desafíos para Goñi

Rosso manifestó que “el paso más importante que debería dar el nuevo ministro es iniciar un cambio cultural tendiente a terminar con el excesivo secretismo con que se desarrolla la defensa. El sector está muy necesitado de un debate público constante y bien fundamentado sobre su desarrollo que estimule el interés de la ciudadanía, que contribuya a detectar y superar sus deficiencias con mayor rapidez y, sobre todo, que genere un flujo constante de nuevas ideas y enfoques que ayuden a prevenir la inercia y resistencia al cambio que produce la falta de discusión y fiscalización y que explican buena parte de los anacronismos e ineficiencias lo que afectan, como la falta de un mando conjunto en las Fuerzas Armadas o la rigidez en la asignación de recursos a cada una”.

También estimó que “una eventual política de transparencia tendría que asumir dos cosas para tener éxito. En primer lugar, que transparencia no consiste en anunciar decisiones, sino poner a disposición de la ciudadanía toda la información que necesita para que pueda formarse una opinión fundamentada respecto a qué tan bien o mal se están haciendo las cosas, desde el marco conceptual hasta lo operativo”.

Agregó que “en segundo lugar, en defensa es poca la información que debe ser considerada confidencial y comprende los planes de contingencia, inteligencia militar y ciertos aspectos técnicos u operativos de las armas y unidades. Todas las demás áreas -como las percepciones de amenaza, prioridades estratégicas, diseño y despliegue de fuerzas, niveles operativos, entre otros- pueden y deben ser discutidas y fiscalizadas públicamente, debido al efecto a largo plazo que tienen sobre la forma en que el país se relaciona con otros para resguardar sus intereses nacionales y a la alta incidencia que tiene sobre la economía y el erario nacional el esfuerzo de equipar y sostener una fuerza militar”.

Kouyoumdjian fue más drástico y simplemente argumentó que se debe hacer “todo”, ya que no se ha avanzado en nada en la estructura del ministerio, la carrera militar, la ley reservada del cobre, la previsión y la justicia militar.

Para Santos, por su parte, Goñi debe tratar de avanzar en lo que “dicen los programas de la Concertación, porque no se ha hecho nada en 17 años. Los cuatro programas de gobierno dicen lo mismo y sigue estando pendiente todo en la ley del cobre, la previsión, la ley del ministerio de defensa, los mandos conjuntos'.

En opinión de José Higuera, lo primero que el ministro nuevo debe atender es la “reconstitución del equipo de asesores de su gabinete y el establecimiento de equipos de trabajo y líneas de comunicación con las subsecretarías, el Estado Mayor de la Defensa Nacional y los mandos de las tres ramas. Paralelamente, debe abrir espacios de debate y expresión para aquellos especialistas civiles y académicos que, sin ser parte del ministerio, estudian y siguen estos temas y forman parte de la comunidad de la Defensa. Y, por supuesto, estos espacios de debate deben ser de cara al público, porque estos son temas que competen a toda la sociedad chilena”.

El experto del PPD consideró que “el debate central debe girar en torno a que Defensa necesita Chile. Es un análisis político-estratégico que incidirá en los volúmenes y mecanismos de financiamiento de la Defensa y que hay que hacer con la participación de las instituciones castrenses, porque determinará aspectos importantes, como el tamaño, estructura y equipamiento de las ramas. No se puede seguir planificando en base a criterios e inercias históricas”.

Higuera precisó que “aún sin ese gran debate pendiente, hay cosas que son claras. Por ejemplo, no se ha instalado aún una doctrina de empleo conjunto de fuerzas de las tres ramas, que por medio de la sinergia resultante permita que el país obtenga la máxima capacidad posible de los recursos que invierte en su Defensa. Se ha dejado eso en manos de las ramas, lo que implica un proceso muy lento y de incierto resultado, porque el ethos militar incluye una gran inclinación a ser conservadores. Lo que se requiere es que la autoridad civil asuma sus poderes y conduzca este proceso, que pasa por la modernización institucional del ministerio, para darle las capacidades y recursos necesarios. Las fuerzas harán lo suyo, porque el ethos militar también está centrado en la disciplina, el respeto a la autoridad y el acatamiento de sus órdenes”.

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