lunes, 23 de abril de 2007

CARTA ABIERTA A BELISARIO VELASCO Y FELIPE HARBOE (y al Estado)

MAPUEXPRESS:NET
22.04.2007

Durante los últimos meses, los medios periodísticos han informado profusamente sobre un importante despliegue policial en la Provincia de Arauco y Provincia de Malleco. El objeto aparente: mantener el “orden público”.

El derecho a manifestarnos lo ganamos al recuperar la democracia y está garantizado por la Constitución. En consecuencia, los legítimos actos de protesta social, derivados de las justas reivindicaciones históricas de tierra, de educación, de justicia, de reparación y el derecho de participación política de mis hermanos, no se pueden criminalizar, ni perseguir penalmente. Como bien lo sabe la autoridad, los grupos que traspasan los márgenes de legalidad son totalmente marginales y minoritarios, sin contar claro está, con las situaciones que se investigan como autoatentado.

Cuando se realiza este desproporcionado y provocador despliegue policial, el resultado será justamente el contrario al buscado; más desorden, más descontento, más violencia y más riesgos físicos para los represores y reprimidos.

Nuestro Pueblo hoy está triste, tenemos motivos para abrigar un creciente descontento; ya que junto al desacierto de mi Gobierno, al designar a un no indígena en la Dirección Nacional de la Conadi; la ausencia de ejecución presupuestaria en el mismo organismo; el incumplimiento de compromisos con las comunidades; crisis institucional de la Conadi; un dirigente preso en huelga de hambre; persecución y encarcelamiento de líderes indígenas y para completar el cuadro, policías prestos a reprimir mapuches; la tristeza pasa a indignación (no miedo, INDIGNACIÓN) y la indignación produce necesariamente violencia, con lo que se pierde el objetivo de la autoridad de mantener el orden público y buscar la paz social.

El desproporcionado operativo para detener a un dirigente indígena, como si se tratara de un peligroso terrorista internacional y su exhibición como una presa de guerra, más las desacertadas expresiones de Harboe, repugnan a los más elementales principios de los derechos humanos. Pretender usar el castigo de una persona, como ejemplo para los demás, es una aberración. La sanción penal busca fines precisos. El hombre es un fin en sí mismo y no un medio para educar al resto.

Nuestras manos están limpias, la frente en alto, sentimos orgullo de nuestra historia; de la resistencia militar, cultural y política de 500 años, nos sustentan. Sin perjuicio de ello, la vocación de mi pueblo es pacífica, de búsqueda de diálogo y entendimiento. El Estado, por su parte, no ha estado a la altura de las circunstancias, no ha sido capaz de crear las condiciones para procesar la demanda social y canalizar el descontento por vías institucionales; no hace intentos reales para abrir espacios de participación política; no entrega los recursos económicos para la necesaria reparación histórica, pero está llano a reprimir… ahí sobra el dinero.

Mi pueblo es digno y valiente, que duda cabe; por lo mismo nunca se ha dejado atropellar, tampoco lo hará en estas circunstancias, la historia nos avala.

Los esfuerzos para contener el descontento y lograr la paz social que todos queremos no están en su Cartera Sr. Velasco y Sr. Harboe; tampoco los va a encontrar en los bastones, tanquetas, balas o bombas lacrimógenas de Carabineros, menos en las cárceles o en la legislación antiterrorista. La solución a los problemas está más cerca de lo que parece, está frente a sus narices, esta en la voluntad política de mi Gobierno, está en Mideplan, en Hacienda, en la Secretaria General de la Presidencia, en Vivienda, en Salud, en Educación, en Obras Públicas, en Justicia y en nuestro Congreso Nacional.

La paciencia se agota… sin embargo aun podemos rectificar.

Rodrigo Paillalef

Secretario Nacional Indígena

Partido por la Democracia

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