domingo, 8 de abril de 2007

“Viera Gallo puede neutralizar la tentación populista de la derecha”


La Nación
07.04.2007

Según el diputado PPD Jorge Inzunza, el nuevo ministro secretario general de la Presidencia puede impedir que la Alianza por Chile “despliegue este estilo agresivo basado en la desesperación que les provoca ser una generación fracasada”. De todos modos, admite que el cambio de gabinete “quemó un cartucho demasiado cerca de la Presidenta”.

Cuando aún no se cumplen dos semanas del cambio de gabinete que catapultó al socialista José Antonio Viera Gallo como el nuevo interlocutor entre el Gobierno y la oposición, el diputado PPD Jorge Insunza hace una positiva evaluación del nuevo “hombre fuerte” del equipo político de Michelle Bachelet.

El parlamentario %res%florista%azu% sostiene que la llegada del ex senador socialista a La Moneda asegura “capacidad estratégica” al gobierno, ya demostrada al destrabar el nombramiento del nuevo jefe de la Contraloría y colocar en carpeta otro tema que se encontraba a la vera en la agenda gubernamental: el cambio al sistema electoral.

A juicio de Insunza, la instalación del Viera Gallo “va a poder aislar las dos tendencias más nocivas que tiene la derecha. Por una parte, la estrategia populista de conflictividad social y resentimiento encabezada por (Pablo) Longueira, y por otro la estrategia de (Andrés) Allamand y (Alberto) Espina de crear inestabilidad política a partir de la obstrucción y el ataque permanente al Gobierno”.

Aclara, eso sí, que estos logros del nuevo ministro no son atribuidos solamente a sus fuertes lazos -incluso familiares- que mantiene con la derecha. También dice relación con el estilo de Viera Gallo. “Es un político sofisticado que puede neutralizar esa tentación populista de la derecha, ponerla al desnudo y al final eludirla. No es un tema de buena voluntad sino de impedir que ellos puedan desplegar este estilo agresivo basado en la desesperación que les provoca ser una generación fracasada, una derecha que nunca ha sido gobierno”, sostiene.

-¿Fue acertado hacer un cambio de gabinete a medias, forzado por la necesidad de sacar a un ministro específico?

-Después de las medidas que anunció para enfrentar la crisis del Transantiago, la Presidenta concentró en ella la resolución del conflicto. Como esas medidas después de dos semanas no generaban efecto, necesitaba un cambio mayor. Pero yo tenía y aún tengo el temor de que el cambio de gabinete en sí mismo no permita solucionar todas las aristas -de corte más bien técnico- que tiene esta crisis. Yo apoyaba una fórmula intermedia, es decir, que se designara una autoridad metropolitana del transporte público que se apoyara con un proyecto de ley con suma urgencia durante marzo.

-Pero eso se descartó.

-Sí, pero no me parece lo más adecuado. Al producir el cambio de esta forma se quemó otro cartucho, y demasiado cerca de la Presidenta. A este equipo sólo le queda la alternativa de arreglar o arreglar el problema y no volver a salir a dar explicaciones. Insisto en que el manejo de crisis está demasiado cerca de la Presidenta y eso desde el punto de vista político siempre es delicado.

-¿Hubo improvisación en las decisiones?

-No sé. Eso depende de cuanta reflexión previa haya tenido la Presidenta. Pero hubiese preferido que fuéramos a los proyectos de ley de la capacidad de intervención de las empresas y de la creación de una autoridad metropolitana del transporte público. En la lógica final, la Presidenta no podía nombrar a una autoridad metropolitana de transporte sin que tuviera todas las facultades institucionales para actuar.

-¿Se redefinió la marcha del Gobierno?

-Sí, y era necesario. Porque se venía configurando en los últimos meses una suerte de vacío de liderazgo que empezaba a ser delicado para Bachelet. Y no sólo en la orientación, sino de la capacidad del equipo ministerial para poder instalar su propia agenda y articular una iniciativa política. Hay que recordar que ella hizo un cambio de gabinete antes de los casos de corrupción y de la crisis del Transantiago, lo que ha afectado a la Concertación y al Gobierno en su capacidad de instalar su agenda de énfasis social. Eso ha estado en peligro: la capacidad para hacer la reforma educacional, la reforma previsional y otras medidas sociales que hoy está reclamando la ciudadanía.

-¿Cree que todavía sea posible realizar esas reformas durante este Gobierno?

-Hay otras dos variables en el nudo de la gobernabilidad del Gobierno. Por una parte, Viera-Gallo puede desactivar a la derecha. Andrés Velasco, por su parte, ha colaborado a construir puentes de confianza con el sector privado a partir de las medidas económicas que ha implementado, primero con el Chile Compite y ahora último con el Chile Invierte, además de la instalación de Marcelo Tokman, uno de los funcionarios más brillantes de Hacienda en mucho tiempo, en Energía. Sin embargo, el punto que hay que cuidar es que la fuente de inestabilidad política viene desde los sectores sociales.

-¿Qué es lo que ha generado este malestar social?

-Ha sido gatillado por el Transantiago, pero ya antes se había manifestado en los secundarios. Un punto esencial de la promesa de Bachelet, que era la igualdad, hoy en día es esencial para el clima de estabilidad política y social. Una de las gracias de la Concertación ha sido no sólo asegurar el crecimiento, sino generar un clima de paz, de tranquilidad y de creciente integración social. Pero eso hoy es mucho más complejo porque los chilenos sienten que hay un período de bonanza. Y esas es una inflexión que debemos hacer. Hay muchas experiencias históricas que revelan que los momentos de mayor conflictividad social se dan precisamente en los momentos de bonanza económica, cuando crecen las expectativas y hay una acumulación de sacrificios y expectativas que desean ser cumplidas.

-Pero a simple vista el cambio de gabinete se asoma como un giro a la derecha.

-Esta la tentación de pensar que la estabilidad política y social está dada por darle garantías a los poderes fácticos. Pero esa visión hoy es ajena. Porque la fuente de inestabilidad política ha venido más bien de un reclamo social. Y como reflejo, está el deterioro del accionar oligárquico de los partidos. Hoy las crisis finalmente lo que reflejan son las desigualdades de Chile y la desazón y molestia viene principalmente de los sectores populares que se sienten maltratados por una política tecnócrata. Ahí está el corazón de la oferta de futuro que tiene que hacer hoy la Concertación: hacernos cargo de las desigualdades que persisten y que requieren de una intervención política sustantiva.

-¿Qué importancia le da en ese esquema que la Presidenta haya dejado atrás algunos sellos, como el de la paridad?

-Ninguno. El efecto más importante de la paridad ya se logró, y que se traduce en que hoy la fuerza laboral femenina está creciendo y que ellas sienten que tienen una capacidad de decisión en la cosa pública en igualdad de condiciones. Hoy tenemos que ir a otras reformas de equidad de género que son más significativas. Que hayan quedado dos mujeres menos en el gabinete no es relevante. Yo, por lo menos, no le doy mucha pelota.

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