Los partidos de la Concertación y la Comisión presidencial han propuesto medidas para enfrentar la reestructuración del aparato público, poniendo el acento en la necesidad de profundizar la modernización del estado, modificar la ley electoral y de partidos políticos y construir una institucionalidad más transparente.
Compartiendo todas estas medidas, que deben formar parte de una política integral del PPD para enfrentar la crisis política, queremos centrarnos aquí exclusivamente en propuestas para mejorar y potenciar al PPD en su misión política de servicio público y de transformación social.
Ninguna de las modificaciones estatutarias que deseamos tendrá eficacia, en el marco de la crisis que atravesamos, si no somos capaces de construir un partido de militantes comprometidos efectivamente, en sus prácticas cotidianas, con los principios y valores que declaramos.
Nada puede reemplazar la adhesión verdadera, el compromiso cotidiano, la responsabilidad constante, la preocupación creativa y activa de los militantes en su lucha por plasmar en la sociedad y en la vida practica nuestra línea política.
Esa adhesión y compromiso voluntario y práctico, probado, fruto del esfuerzo y de la voluntad real de servir a la comunidad, de obrar con transparencia y probidad, de respetar e interpretar los anhelos y defender los derechos de las personas y comunidades que representamos, debe poder evaluarse, medirse, estimularse y premiarse constantemente.
El compromiso le da sustento ético y valórico a prácticas de servicio, de generosidad, de solidaridad, de honestidad y transparencia, que es lo que la sociedad nos exige.
La gran crisis del PPD es de compromiso, de integridad y consecuencia, de coherencia entre promesas y realidad, entre palabra y acción. Esta es también -en gran medida- la crisis de la política.
La debilidad ética y de procedimientos, el clientelismo y otras prácticas frecuentes en
Si queremos un partido digno, orgulloso de si mismo, con las manos limpias y la conciencia limpia porque cumple con su promesa y sus principios, necesitamos una renovación de prácticas, de veracidad y cumplimiento de la palabra, de trabajo colectivo y cooperativo, de responsabilidad militante, de disciplina a los acuerdos, de lealtad a nuestra identidad y a nuestra integridad.
Para todo ello necesitamos un partido de militantes cuyas prácticas y reglas del juego respeten mínimas normas y obligaciones que hagan efectivo el compromiso de transformar y democratizar la sociedad, único y esencial sentido de haber nacido y existir en la política chilena.
Para ello la primera y más elemental exigencia es que sólo pueden formar parte del partido, ejercer derechos, participar en votaciones y decisiones aquellas personas que cumplen un mínimo de obligaciones que los identifica como militantes. Debemos, asimismo, darnos los mecanismos -existen y son posibles si tenemos voluntad para ello- para que tales conductas puedan ser evaluadas.
Para ello es necesario declarar al PPD en reorganización y recorrer las comunas y los domicilios con amplia difusión pública pidiendo que todos los inscritos renueven su inscripción. Ello exige acordar que todas aquellas personas que dentro del plazo fijado -3 meses por ejemplo- no hayan renovado su inscripción se entiende automáticamente que han renunciado, lo que se comunicará al Registro Electoral.
2.- Todo militante debe participar en una instancia partidaria con una frecuencia mínima mensual.
Las instancias partidarias serán diversas (comité de base, comisión temática, grupo de trabajo territorial, equipos de organización, instancias políticas de representación, etc.) En cada una de ellas debe asegurarse el debate político básico que requiere un partido político.
3.- Todo militante deberá pagar una cuota mensual, expresión del compromiso mínimo con su organización. Se fijará un mínimo nacional y se dará autonomía a las regiones y comunas para aplicar normas propias. Una parte de los fondos recaudados serán de distribución nacional, otra para la región y una para la comuna, según regulación que aprobemos mayoritariamente.
4.- Todo militante deberá participar en una instancia y realizar una labor explícita y concreta. Su aporte puede ser en reflexión política, trabajo territorial, proposiciones técnicas, participación en organizaciones gremiales y sociales, instituciones comunitarias, o de derechos humanos o culturales, organización y administración interna, militancia temática u otra que se acuerde en las respectivas instancias de militancia. No puede haber militancia sin contribución y aporte al trabajo común. Ello implica terminar con la militancia ornamental y simbólica de los que solo votan en las elecciones o usan el partido para expectativas de trabajo, ascenso político o figuración.
5.- Todo militante participa, semestralmente en una actividad de formación política, que serán organizadas comunal, regional o nacionalmente.
6.- Es obligación especial de los dirigentes participar regularmente en las instancias en que han sido elegidos, sin perjuicio de su militancia en instancias de base.
7.- Todos los militantes que no cumplan con estas obligaciones por tres meses seguidos, sin justificación fundada, quedarán automáticamente fuera del padrón, lo que será comunicado regularmente a las instancias superiores y al Registro Electoral.
Deberá establecerse las formas legales de proceder y los mecanismos organizativos, informatizados, para que estas obligaciones sean practicadas y evaluadas regularmente, manteniéndose comunal y regionalmente un registro actualizado de militantes.
8.- Será obligación de los Tribunales de Honor Regionales los que deberán renovarse y/o fortalecerse –supervisar y aplicar estas normas de cumplimiento de las obligaciones militantes, dirimiendo los conflictos de aplicación que se produzcan en los niveles comunales o provinciales.
9.- En la reforma estatutaria deberá reformularse el artículo 4° de los Estatutos, incorporando normas que sancionen estas proposiciones. Asimismo, se pondrá en aplicación la calidad de “adherente” regulada en el artículo 5°. Todo ello, finalmente, para su concreción deberá incorporarse a una instancia regular o una Comisión Especial, según lo acuerde el Consejo General.
El desafío del PPD es renovar internamente sus prácticas, sus procedimientos, sus estilos
Si no logramos esto, la política continuará perdiendo legitimidad y credibilidad ante
Actualmente
La aplicación de estas prácticas elementales nos revitalizarán y ayudarán a reanimarnos y refortalecer nuestros vínculos con la gente, demostrando una labor real de servicio hacia los más débiles y desprotegidos, fortaleciendo nuestra capacidad propositiva de proyectos útiles y válidos para la comunidad y facilitando la recuperación
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